sábado, 30 de abril de 2016

Museo de Historia.


Museo Virtual La harinera Las Navas: un museo de historias.
Foto: Columna Villarroya

Son muchos los que a día de hoy desconocen la existencia en el municipio de La Puebla de Alfindén (Zaragoza) de un molino de molturación de cereal. 
La fábrica de harinas 'Las Navas': un museo de historias es el título de un proyecto museístico web, que toma como punto de partida a la antigua fábrica de harinas Las Navas, un icono de arqueología industrial que sirve para contextualizar un tiempo y un espacio, apropiándonos de su imágen decadente para realizar una puesta en valor de las historias de las personas en unas vivencias parjeas y compartidas, antes de que el olvido termine por borrarla de la memoria de quienes aún la guardan en la mente y en el corazón. Para Luís Buñuel la vida sin memoria era: "una vida sin memoria no sería vida, como una inteligencia sin posibilidad de expresarse no sería inteligencia. Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento, sin ella no somos nada".

¿Puede la sociedad permitirse perder su identidad que reside en el pasado, sus valores y enseñanzas, para encarar el futuro? 

Nosotros pensamos que no y este trabajo es una respuesta de resistencia a la pérdida gratuita de las raíces que acecha a la vuelta de la esquina.

¿Desde cuándo se tiene constancia de la existencia de La Puebla de Alfindén? y ¿desde cuándo la existencia de un molino?
  
La genealogía e importancia histórico - social del molino de La Puebla de Alfindén (Zaragoza)

֍ De los documentos que componen la Colección Diplomática de Grisén consta un legado en el que aparece por primera vez el topónimo Alhindén. Dice así: García Bello recibió Alhindén de D. Rodrigo.
֍ 1315. Ya consta en un documento el molino, que es vendido junto al resto de “elementos” de Alfindén: un castillo (o torre fortificada), los vasallos, las casas con sus calles, huertos, horno, campos, viñas, readas con los montes, acequias y riegos,  incluida la jurisdicción señorial. Los señores Fernan Pérez de Pina y Teresa de Pomar enajenan la propiedad de Alfindén al concello y universidad de Çaragoça, por un importe total de treze mil sueldos.
֍ 1359. La ciudad dio a sus pobladores los quiñones que tuviesen, especificando detalladamente que “estos debían pagar 300 sueldos por -usar- el molino”.
֍ 1558. Se construye ¿un nuevo edificio para? el molino.

Los molinos de harina dan comienzo a la industrialización en Aragón en el S. XIX.
 Experimentaron una etapa de expansión entre 1845 hasta 1880, seguido de otra de crisis entre 1880 a 1900, para volver a recuperarse durante el primer tercio del S. XX.

          Una nueva etapa para el molino de trigo.
José Sardaña Polo, nieto de José Luís Polo Valién, relata así la historia de una saga familiar dedicada a la fabricación de harinas desde antiguo: "A principios del siglo pasado, un molinero procedente de la zona de Belchite (probablemente de Lécera) se estableció en la Puebla de Alfindén para continuar con su oficio..."
Harinera Belchite (Zaragoza)

Sus cinco hijos: Isidoro, Cayetana, Manuel, Santiago y José pronto establecerían lazos con las familias locales. De entre ellos, los tres últimos nombrados continuaron con el negocio de la harina, pero sólo Santiago y José apostarían por convertir los molinos artesanos en fábricas.

  
                                        Santiago Polo Mirada             José Polo Miranda en su despacho de la harinera de                                                              La Puebla de Alfindén.      

La idea no era casual, sino fruto de la circunstancia histórica pues, en aquellos años, muchos periódicos se habían jactado de que España había sido el ‘granero de Europa’ durante la Primera Guerra Mundial. El negocio de la harina sonaba muy prometedor.  Con esto en mente, José inició conversaciones con una familia de Zaragoza, propietaria de las tierras del antiguo molino de la Puebla de Alfindén, para transformar este último en algo mucho mayor.


Las tres generaciones: el primero por la izquierda es el molinero que emigró de la zona de Belchite, en el centro el hijo de éste, José Polo Miranda. A la derecha: José Luis Polo Valién.

"Es interesante señalar, para evitar confusiones, que estos dos hermanos, José y Santiago, se casaron con dos hermanas, hijas del guarda mayor que vigilaba la finca de la Alfranca y, por lo tanto, los hijos que heredarían las fábricas tendrían los mismos apellidos y similares nombres: José y José Luis Polo Valién, respectivamente..."

Según la información que aporta la historiadora Dña. Pilar Moliné, estos acontecimientos se desarrollaron de la siguiente forma:

José Valién Sánchez, fue el guarda mayor de los marqueses de Ayerbe en su finca La Alfranca, casado desde el 28/12/1878 con Mariana Allué Cañordo. Una de éstas hijas se llamó Mariana Valien Allué, la que se casó con José Polo Miranda, de cuya unión nacerían tres hijos: Sagrario Polo Valién, Pilar Polo Valién y el que nos ocupa José Luís Polo Valién.

De la información suministrada por Dña. Pilar Moliné se conoce que en "febrero de 1947 Dña. María Asensio Mestre, mayor de edad, viuda, sin profesión especial, vecina de La Puebla vende la finca de la calle Mayor 22 a D. José Polo Miranda, mayor de edad, casado con Dña. Mariana Valién Allué, industrial y vecino de La Puebla de Alfindén".

                                Imagen de la casa en la calle Mayor, 22 de La Puebla de Alfindén, datada en 1895.

     El nieto de José Luís Polo, José Sardaña Polo, nos concreta en su carta(1) que "...mi abuelo José Luis, así como sus hermanas -Sagrario y Pilar- y sus hijas -María Elena y Marta-, nacerían en la fábrica..."

José Luís Polo Valién en una de las viviendas que incorporaba a la fábrica de harinas.

Elena Tolosana, esposa de José Luís Polo Valién con las dos hijas del matrimonio: Marta y María Elena, en las escaleras que daban acceso a la vivienda en la propia fábrica.

En la imagen la niña Marta Polo Tolosana ante la piedra de moler que da testimonio de la existencia de un viejo molino, previo a la fábrica de harinas.
     
Así es como en 1922 comienza la andadura de la nueva fábrica de harinas en La Puebla de Alfindén (Zaragoza), construída sobre el emplazamiento del antiguo molino existente, aprovechando el salto de agua para generar la energía hidráulica necesaria para su funcionamiento. La maquinaria instalada es de la marca suiza Buhler. En 1958 la fábrica pasó a denominarse con el nombre del titular 'José Polo Miranda' al que sucede su hijo José Luis Polo Valién. En 1976 cambia su denominación a 'Harinera las Navas, S.L.'
Imágenes de la fábrica de harinas en su época de esplendor, en 1923, cuando se molturaban al día un vagón de trigo y poco después, hasta dos vagones de trigo (1 vagón = 10.000 Kg.):





En 1958 la fábrica de harinas adopta el nombre del empresario: Harinera de José Polo Miranda. El aumento del peso de la molinería aragonesa en relación con la española se consolida con el Plan de Reestructuración del sector llevado a cabo entre los años 1973 y 1975, manteniéndose en los años posteriores.

El declive de la fábrica de harinas Las Navas en el S. XXEl abandono de las instalaciones de Las Navas responde a tres cuestiones que en aquél momento resultaron irresolubles:
La producción industrial debía modernizarse para adaptarse a los nuevos tiempos precisando una fuerte inversión en tecnología para la adaptación del método de fabricación de harinas.
La propiedad del terreno sobre el que está construida la fábrica de harinas Las Navas no acepta la oferta de compra-venta.
El empresario José Luís Polo no tiene hijos varones que continúen con el negocio.
En 1979 (aprox.) La actividad de la fábrica Las Navas es absorbida y trasladada a la fábrica de harinas adquirida en Villanueva de Gállego (Zaragoza) por la otra rama de la familia Polo, cesando la actividad definitivamente.

Arquitectónicamente:
El edificio que albergaba la antigua fábrica de harinas Las Navas se construyó sobre el antiguo molino existente en el pueblo, cuya historia ya se ha informado anteriormente.
El edificio fue construído con arreglo al innovador Sistema Austrohúngaro de producción harinera de la época constando de tres pisos. Los pilares en la fachada son de ladrillo, resaltando el sentido vertical de la construcción. La parte superior de la fachada es rematada por ojivas realizadas también en ladrillo. El El edificio estaba coronado por un alero realizado igualmente en ladrillo.
La construcción, tipícamente aragonesa, es de ladrillo cara vista, destacando el palomar que se construyó en el tejado. La cubierta, de doble vertiente, constaba de tejas de tipo árabe.
Otro edificio de dos alturas. en cuya fachada principal se encontraban dos puertas de acceso al interior y dos ventanas a los lados de las puertas, en el primer piso. En el segundo aparecen cuatro ventanas. En la fachada lateral que quedaba libre, aparecía una escalera adosada que ascendía al segundo piso dónde se encontraba una puerta y una ventana.
Anejas a la fábrica, dos viviendas: una para la familia del empresario y otra para el encargado general de la fábrica y sus respectivas familias.

La fuerza del agua de la acequia Urdán, fuente de la energía hidraúlica de la fábrica de harinas Las Navas.


Abandono, ruina y olvido de la antigua fábrica de harinas Las Navas.
Con esta exposición fotográfica se pretende conmover al espectador y promover la reflexión respecto al tratamiento otorgado a este elemento arquitectónico de comienzos del S. XX, metáfora en sí mismo de la propia decadencia de la sociedad de consumo del "compro-uso-tiro". En el año 2010 son expoliadas las tejas del edificio quedando sin protección en sus cubiertas produciéndose un deterioro progresivo y quizás ya irreparable. El viejo edificio, “joya de la arqueología industrial aragonesa”, antes eje vertebrador de la sociedad agrícola de La Puebla de Alfindén, en el 2017 continua dando ejemplo a la sociedad de su entereza y valor, resistiéndose a dejarse caer.





Vistas del estado actual de la vieja fábrica de Harinas:





Fotos realizadas por Mercedes Bueno2017.

Otras vistas:

       

Entorno paisajístico de la fábrica de harinas, rodeada de campos y de naturaleza:

                                                 

 El Museo Virtual de la Fábrica de Harina 'Las Navas' en la Puebla de Alfindén responde a un trabajo de investigación académica en el marco del Máster en Museos: Comunicación y Educación, de la Universidad de Zaragoza,  germen de un futuro museo de historias, ahora virtual, cuya misión y visión responderían a la utópica idea de generar espacios reales de encuentro y conocimiento, que fuese generado y gestionado por los propios habitantes de la Comarca de la Ribera Izquierda del Ebro, pues es en la memoria de las gentes del entrono donde tiene un lugar anclado en el pasado pero que podía proyectar nuevas acciones de futuro, por su vinculo con el territorio, para reforzar el sentimiento de identidad, puentes afectivos, de comunicación e incluso estéticos, entre los diferentes municipios de esta comarca aragonesa.

 Es importante la revalorización de la cultura aragonesa marcado también por medio del señalamiento de los molinos ubicados en el cauce de sus ríos y acequias, mediante la exposición de los más diversos testimonios del presente y del pasado de sus pueblos orientando un futuro. Esto posibilitaría reunir en un punto de convergencia, variadas manifestaciones de la cultura, bajo la forma de texto, imagen, sonido o vídeo, tales como objetos, modas, lugares, dichos populares, personajes, acontecimientos o incluso mediante aquellas colecciones particulares a las que difícilmente se tiene acceso.
Fuente consultada: http://www.sipca.es/censo/14-INM-ZAR-017-219-4/F%E1brica/de/harinas/Las/Navas.html#.VySSH7BRF3I
Web: HERALDO. García, M. (2010, 15 de septiembre). La maldición de la harinera de La Puebla. http://www.heraldo.es/noticias/zaragoza/la_maldicion_harinera_puebla.html. (2017, 9 de septiembre).


Vistas aéreas del entorno natural del enclave de lo que queda de la fábrica de harinas Las Navas:

Fuente consultada: Angel C.M. en Youtube. (2017)

La exposición La harinera Las Navas: un museo de historias, está compuesta por los siguientes elementos:

El objetivo general de este Museo de Historias de la fábrica de harinas Las Navas es común al de cualquier otro museo: “adquirir, conservar, estudiar, exponer y comunicar la información de los objetos culturalmente importantes, para el desarrollo del conocimiento humano”.
En este recurso museográfico el objeto son historias auténticas y verdaderas, narradas a través de una videograbación, sí, pero causando en el espectador la sensación de que ese rostro enmarcado por la cámara en un primerísimo plano, le está mirando directamente a la cara ¿a los ojos? La imagen invariablemente es la de una persona mayor, un "abuelo o abuela" que cuenta en vivo y en directo "otra" de sus historias. Esta escena era repetida habitualmente en cualquier hogar cuando estos aún formaban parte de la unidad familiar: contaban su historia a los nietos. El espectador entra en el juego asumiendo su propio rol, interviene, entrando a formar parte de la historia a través de los propios recuerdos, que a su vez comparte con la persona que tiene al lado. Este recurso museográfico de comunicación sensitiva cobra todo su sentido a tenor de los objetivos que nos habíamos marcado, la efectividad de la comunicación sensitiva en el museo que, en esta recurso podemos afirmar que se ha producido la conexión esperada: así ha sido corroborado tras el análisis de los resultados del estudio de públicos realizado al efecto. La experiencia museográfica de comunicación sensitiva cumple con estos otros aspectos museísticos en tanto que: lo ha sido también social, ha sido compartida e incluso se ha logrado crear la expectativa de que al museo se viene para sentir algo, se han creado espacios sorpresa para esta instalación audiovisual que se explican a continuación, habiendo tocado con ello emocionalmente al espectador.- Exposición audiovisuales.
Proyección del audiovisual: Las historias de La harinera de Las Navas: un museo de historias. Duración: 47' 26"


            El recurso Las historias, del Museo de historias Las Navas, reconoce en la cultura popular el deseo y la fuerza del individuo capaz de transformar a la sociedad auténtico súper héroe que encarna en la comunidad los valores que hacen mejor a una sociedad. Los valores como una hoja de ruta que marca el camino adecuado a seguir: "Que el fracaso enseña a mejorar y ayuda a superarse",
"Que el trabajo proporciona autoestima", "Nos ayudan a comprender la necesidad de conseguir metas", "Que la dignidad es la cualidad del que se hace valer como persona".
            Por medio de esta instalación de audiovisuales se invita al espectador a reflexionar sobre cuestiones como si la sociedad se puede permitir perderla y vivir sin memoria, si la memoria es la base de nuestra coherencia como individuos, una razón vinculada a un sentimiento, porque ¿qué somos si se pierde la memoria?
            Con este trabajo se rinde un homenaje y un reconocimiento a todas las personas de una generación que, sin apenas recursos económicos y formación, supieron construir-se como personas y como sociedad, en base a los valores y a la comunicación que funcionó como una fuerza solidaria en los momentos de mayor necesidad. Esta pieza es en todos los sentidos, la de mayor compromiso, responsabilidad e importancia de toda la exposición, pivotando en torno suyo todas las demás, cumpliendo funciones de visualización (la exposición fotográfica), de contextualización (los paneles didácticos), de identificación (exposición de objetos antiguos citados por los protagonistas en los audiovisuales), etc. El objetivo de los audiovisuales, con los testimonios de los propios protagonistas, es poner en importancia el legado arquitectónico, paisajístico y costumbrista de un pueblo, a su gente, a su historia, a un modo de vida que radicaba en el aprovechamiento del medio para la supervivencia, la creatividad y la comunicación.
            Por los motivos antes referidos, el espacio expositivo de la zona de los audiovisuales ha sido especialmente tratada museográficamente transformándolo en un espacio sensitivo, tratando de potenciar la comunicación con el espectador, la intensidad de las emociones y sentimientos que trascienden de los relatos proyectados en los audiovisuales generando un hábitat cálido, amable, agradable, acogedor, etc. Para ello se han realizado las siguientes acciones:
1.- Desalojo de las mesas y las sillas, propias del aula.
2.- Iluminación en penumbra.
3.- Cambios lumínicos producidos por la lámpara instalada al efecto, con la parte exterior de una antigua garrafa a la que se aplicó una fuente de luz, generando grafías con forma de tela de araña.
4.- El aula fue pintada de color azul claro, que produce tranquilidad y sosiego.
5.- Se han instalado unos sillones en los que el público visitante pudiese contemplar cómoda y descansadamente los audiovisuales que ha formado parte de la exposición tras desmostar el ajuar mobiliario propio del aula.
6.- La puerta de la sala ha permanecido cerrada durante el tiempo que duraban las proyecciones para incrementar el efecto de intimidad y susurro sonoro. La puerta de acceso lleva incorporado un cristal que fue tapado para evitar la contaminación lumínica del exterior.


Zona Aula cocina: Instalación Panes y poesías del pan.

1.- Exposición de panes con "apellido", con lo que invitar a la reflexión del espectador, en el pasado existía el "pan blanco"  y el "pan negro". En la actualidad todos los panes llevan apellido: pan de espelta, pan con cebolla, pan de pueblo, etc.
2.- Exposición de poemas en el que el pan es el protagonista.
3.- Exposición de distintos tipos de pan y pasta: del trigo blando se obtiene la harina conveniente para la elaboración del pan. Los usos del trigo duro son para pastas y repostería.
4.- Objetos relacionados con el pan que han caído en desuso: la panera.
5.- En el horno de la cocina se introdujo masa de pan para que su aroma -interactivo olfativo-aportase el elemento sensitivo a través del olfato, a los visitantes.

Zona Patio central interior: Exp. objetos antiguos. Performance Lo moliné. Exp. paneles didácticos.

 

Tinaja para guardar agua.            Máquina de enlatar.                    Sacos de arpillera para el trigo.

               
                      Doble: medida para 10 Kg. de trigo.           Rallones: para rallar el maíz.

Báscula de mesa para pesar el cereal.

Cañizo: para conservar la fruta y consumirla fuera de temporada.

En este museo-exposición los objetos no tienen el protagonismo preferencial, ellos están ofrecer la imagen visual a piezas que ya están fuera de uso y por tanto son desconocidas para el público juvenil e infantil y porque son piezas nombradas en los audiovisuales.
1.- Ralladores de maíz o rallones.
2.- Terrizo de hacer el mondongo.
3.- Máquina de poner conservas.
4.- Un doble, medida aragonesa con capacidad para contener 10 Kg. de trigo: Interactivo táctil: trigo.
5.- Trigo para que el público manipulase e interactuase con la textura del cereal.
6.- Báscula de pesar cereal, con adaptación de la báscula romana.
7.- Sacos de harina para que el público manipulase e interactuase con su textura.
8.- Cañizo, ayudaba a conservar la fruta varios meses fuera de temporada.
9.- Manzanas que aportan aroma y color.
10.- Tinaja de agua. Contenedor imprescindible en todas las casas para almacenar agua de consumo de boca, cuando no existía el agua corriente.

Performance Lo moliné realizada en una única ocasión: el día de la inauguración.
            La Performance titulada Lo moliné ha sido creada para invitar al público a la reflexión sobre la comunicación actual a través de los imprescindibles medios digitales y de las redes sociales, enfrentándola al modo de relacionarse las personas en el tiempo pasado, antes de la llegada de las TIC: esto es, en vivo y en directo.

            Esta acción posee el componente emocional para aquellas personas que en cualquier pueblo de la península, en las tardes-noches de verano, salían a la calle a "tomar la fresca" a las puertas de sus casas, reuniéndose con los vecinos, amigos y familiares en tertulia hasta la hora en que se retiraban a descansar, cuando había descendido el calor. Manifestaron que les sugirió recuerdos agradables y de añoranza.

Paneles didácticos:
Cinco panel con: 1- Historia resumida de La Puebla de Alfindén:

2.- La historia del molino de harinera Las Navas:

3.- Historia del trigo al pan, señalando la importancia del pan en la cultura popular: 


4.-Historias de las personas, es un homenaje y reconocimiento a las vidas y trabajos de las personas de una generación anterior que sin apenas formación construyeron su existencia y han dejado de legado la denominada sociedad del bienestar que ahora disfrutamos a partir de la clarividencia de unos valores que marcaban el camino por el que transitar en esa sociedad agraria y con escasos recursos económicos.

5.- Historia de refranes y frases hechas "hechas" en torno al pan como forma de transmisión oral de cultura popular, concentrados de sabiduría construídas para hacer pensar: 


6.- Los protagonistas de las historias: Los trabajadores que inyectaron vida a la fábrica.

 





Acciones interactivas, manipulativas e inclusivas:
Degustación farinetas.
            Cada vez es más frecuente que los museos incorporen discursos y degustaciones alimenticias, siguiendo esa estela se realizó la acción de elaboración de farinetas que es el nombre aragonés de una especialidad alimenticia que también nombrada como gachas. Se cocina en base a harina de trigo o de maíz, escaldada con agua, sal y aceite o leche y azúcar, aunque cada cocinero o cocinera le da su toque personal y diferenciador. Es una receta culinaria muy extendida entre las personas mayores por haber sido un remedio alimenticio del pasado, económico. La experiencia gozó de gran aceptación por parte del público: este alimento está arraigado en la memoria individual y la colectiva, forma parte de la historia de una época, establece vínculos afectivos y relacionales, de patrimonio cultural e inmaterial. Esta acción resultó ser especialmente inclusiva y con posibilidades de desarrollo en nuevas ediciones de esta exposición.
·         Aromática.
Cocción de masa de pan en el horno del aula de cocina del C.P.E.P.A.
·         Táctil y aroma.
Harina, trigo y amasado de masa de pan.
Amasado y cocción de masa de pan.



·         Gustativa.
Realización de un taller de elaboración de farinetas presencialmente con degustación por parte del público. Interactivo gustativo y emocional: a las personas mayores la elaboración y degustación de este alimento les retrotraía a vivencias del pasado.



Visitas guiadas.
            Hemos realizado visitas guiadas durante todos los días en que ha permanecido abierta la exposición y ocasionalmente, mañana y tarde, con público de todas las edades, desde los tres años hasta personas de la tercera edad. Nos interesaba: tomar el pulso profesional de esta actividad;  interactuar con el público para constatar su interés por la propuesta museística y museográfica de la exposición y su discurso; establecer nuevas vías de comunicación y contacto para abrir nuevos campos de trabajo en futuras ediciones; aportar criterios de valoración al visitante con los que posteriormente evaluar la exposición enriquecida con el aporte humano de un educador de museos que le guíe por la exposición. Comprobar de primera mano el nivel de comunicación entre el público y la exposición, plasmando en las encuestas.


Sistema de evaluación puesto a disposición de los niños de tres años: Introducir en el cestillo un papelito de color verde, amarillo o rojo, según les hubiese gustado más o menos la visita a la exposición a La harinera Las Navas un museo de historias: ¡El cestillo se llenó todo con papelitos verdes y caritas sonrientes!


Instalación con pajaritas de colores: en cada una de ellas había escrita la recomendación de lectura de un libro:

Y si el pan alimenta el cuerpo, los libros alimentan el espíritu: Selección de libros en los que el pan es protagonista:

En un museo de historias como este, todas las historias tienen cabida: Carta de José Sardaña, nieto y bisnieto de los empresarios que pusieron en fundionamiento la fábrica de harinas Las Navas a comienzos del siglo XX:



¿Qué mejor sitio para conservar una historia que guardarla en un frasco en la alacena dispuesta a tal efecto en el museo de historias?


Uno de los grupos visitantes al museo-exposición La harinera Las Navas un museo de historias:



Imágen del día de la inauguración de la exposición La harinera Las Navas: un museo de historias de 23 de marzo de 2017 en el C.E.P.P.A. (Centro de Educación Permanente de Personas Adultas "Alfindén") en La Puebla de Alfindén (Zaragoza).


Más imágenes de la inauguración del museo-exposición La harinera Las Navas: un museo de historias:

El espacio sensitivo es una experiencia sensorial y emocional percibida en el espacio expositivo de un museo. Las historias de las personas son las protagonistas principales y los objetos expuestos acompañan...
En eso consiste, sintéticamente, el discurso del espacio sensitivo puesto "en verdad" con "La harinera Las Navas: un museo de historias" y así expuse esta propuesta museística innovadora en el Roerich Museum de San Pertersburgo de Rusia, el pasado 30 de junio de 2017:
http://www.roerich.spb.ru/story/vstrecha-s-hudozhnicey-i-muzeynym-pedagogom-mersedes-bueno-aladren-30-iyunya










La exposición sensitiva La harinera Las Navas: un museo de historias: su ubicación en el tiempo y en el espacio


            La exposición sensitiva La harinera Las Navas: un museo de historias[1] es un proyecto didáctico-cultural, artístico e innovador, realizado y organizado por la autora de este informe conjuntamente con la Diputación General de Aragón, para su exposición en el Centro de Interpretación de la Agricultura y el Regadío[2] (C.I.A.R.), ubicado en La Finca La Alfranca, promovida por D. Miguel Ángel Muñoz, ayudante técnico de la Diputación General de Aragón, colaborando proactivamente con el proyecto Dña. Lucía Domingo Monserrate y Dña. Olga Cirera Martínez del Departamento de Operaciones de la Sociedad Aragonesa de Gestión Agroambiental, S.L.U. (SARGA). La exposición fue inaugurada por Dña. María Pilar Gómez López, directora general del Departamento de Sostenibilidad del Gobierno de Aragón, el 1 de octubre de 2017, en el C.I.A.R. Señalar que la intervención y visión de Dña. Marta García Saganta[3], ha resultado decisiva para su realización.
            El interés de este proyecto en el C.I.A.R. radica en buena medida por sus características de ser un producto cultural innovador, que ha sido probado con anterioridad (Aragón, 2017), con resultados positivos tanto en la cantidad como en la satisfacción del público visitante a la muestra y especialmente por la relación del mismo con la innovación educativa. Otra de sus cualidades consiste en conformar un lote completo y servido con todos los elementos y servicios inherentes a una exposición, incluida la mediación cultural y la comunicación. 
            Las acciones didácticas del proyecto en esta ocasión y a demanda de la Institución han estado focalizadas priorizando al público infantil y juvenil, concretamente hacia los estudiantes de los colegios e institutos de la zona.

            El C.I.A.R. forma parte del denominado Espacio Alfranca, uno de los 18 espacios naturales protegidos que conforman la red de Centros de Interpretación de la Naturaleza, de la nombrada como Red Natural de Aragón, dependientes del Gobierno de Aragón. Estos Centros de Interpretación de la Naturaleza desde hace unos años ya cuentan "con guías y educadores ambientales que ofrecen toda la información sobre las áreas protegidas… y disfrutando de un amplio abanico de actividades" (rednaturaldeAragón, 2017). El C.I.A.R. podría ser también identificado como museo del medio ambiente, según la definición que de éstos se realiza en el artículo Los museos y centros de interpretación de medio ambiente en Aragón: entre el impulso institucional, la inspiración crítica y la supervivencia (De la Osa Tomás, et al., 2011, pp. 78-87) y que dice así: "se trata de un amplio y diverso conjunto de «equipamientos» que, conceptualmente y como rasgo definitorio, deberían responder a los principios, objetivos y fundamentos de la educación ambiental y la interpretación del patrimonio"[4].
            El Espacio Alfranca abarca a un conjunto de edificios y terrenos que son conocidos popularmente como "el palacio de La Alfranca" (Aragón, 2017), tratándose de un especial y antiguo lugar: una finca agrícola y de recreo que perteneció originariamente a los marqueses de Ayerbe[5], quienes en el siglo XVIII construyeron en ella un palacio en estilo neoclásico; se trata de un espacio cuyo entorno natural y arquitectónico está vinculado social, económica e históricamente con la franja ubicada entre el tramo de la ribera izquiera del río Ebro y con la ciudad de Zaragoza; en la actualidad es un B.I.C. (Bien de Interés Cultural) y se enmarca en el ámbito del término municipal de Pastriz.
            El proyecto didáctico-cultural y artístico innovador titulado la exposición sensitiva La harinera Las Navas: un museo de historias, se expone temporalmente en el C.I.A.R. perteneciente al Espacio Alfranca (Aragón, 2017) del que cabe destacar la afinidad existente entre el contenido y el discurso de la Institución, con los de la exposición, pivotando ambos en torno al espacio rural y agrario, en los que se pone el foco de atención en los modos de vida alternativos frente a los que privilegian los medios.
            La innovación educativa del proyecto está relacionada con otros movimientos o tendencias actuales que postulan por combinar los contenidos proporcionados por los centros culturales, nombrados como la educación no formal, con los programas reglados de la educación formal, considerando que de este tipo de encuentros cultuales resultan oportunidades de mejora y de transformación educativa capaces de generar ecosistemas intelectuales, emocionales y de pensamiento crítico.

            El producto cultural la exposición sensitiva La harinera Las Navas: un museo de historias está compuesto de todos aquellos elementos y servicios inherentes a una exposición, a realizar por la autora de este informe:
- Investigación, diseño y realización de los diferentes elementos que componen la exposición, según se detalla más adelante.
- Transporte y montaje de la exposición.
- La mediación cultural:
·         Visitas guiadas.
·         Visitas guiadas con vestimenta de labradora.
·         Realización de talleres de amasado con masa de pan (no apta para el consumo).
·         Labor de captación de visitantes escolares visitando colegios e institutos.
- Diseño de un cuaderno didáctico para escolares.
- Comunicación y difusión:
·           Distribución y pegado de carteles anunciadores de la exposición.
·           Visitas concertadas a colegios para entrevista con directores y profesores
·           Coordinación con el C.P.E.P.A. (Centro Permanente de Educación para Personas Adultas) a través de su directora para difundir la exposición entre todos los centros de educación similares.
·           Información web de la exposición:
       Web municipal del Ayuntamiento de Zaragoza. Guía de ocio y cultura de Zaragoza:
·           Información en Radio Zaragoza sobre la exposición, en el programa Estudio de   Guardia el 21/11/2017 a las 13,20 h
·           Información sobre la exposición en Facebook:
·           Blog La harinera Las Navas: un museo de historias.            www.museolasnavas.blogspot.com/
·           Web del Máster en Museos: Educación y Comunicación, de la Universidad de    Zaragoza: https://www.mastermuseos.es/blog/experiencias/realidad-de-un-proyecto-        la-harinera-las-navas/

- Evaluación realizada a una muestra de los estudiantes participantes en las visitas y talleres e incluso a los profesores acompañantes.
            Algunas labores, como el montaje, difusión y comunicación de la exposición, puesta a disposición y adecuación de las salas y recursos, entre otras, han sido realizadas o bien directamente por la Institución o participando en los trabajos.

Detalle de los elementos y acciones plásticas que componen la exposición


            1.1.- Instalación fotográfica El ayer y el hoy de la fábrica de harinas Las Navas.
            1.2.- Instalación de paneles didácticos:
                        1.2.1.- La historia de la Puebla de Alfindén.
                        1.2.2.- La historia del molino de harinas Las Navas.
                        1.2.3.- La historia del cereal al pan.
                        1.2.4.- Los refranes e historias sobre el pan.
                        1.2.5.- La historia del museo de historias.
                        1.2.6.- Los protagonistas de las historias.
            1.3.- Instalación de útiles y herramientas agrícolas y panaderas.
            1.4.- Instalación Panes con apellidos.
            1.5.- Instalación Libros con mucha miga.
            1.6.- Instalación Cuentos, narraciones y poesías sobre el pan y el panadero.
            1.7.- Instalación Un lugar para las historias,  en el museo de historias.
            1.8.- Instalación Las historias de los visitantes al museo de historias.
            1.9.- Instalación olorama con aroma a pan recién hecho.
            1.10.- Instalación de interactivos táctiles: harina en una artesa y granos de trigo en un doble.
            1.11.- Instalación del "área de historias":
                 1.11.1.- Fotografías fundador y sucesores de la fábrica de harinas.
                 1.11.2.- Cartas y narraciones.
                 1.11.3.- Colección de frascos de conservas etiquetados para conservar las historias de los visitantes.          
                  1.11.4.- Colección de historias, dibujos, fotografías y otros objetos aportados por los          visitantes infantiles a la exposición.                                           
            1.12.- Performance Lo moliné.
            1.13.- Degustación de farinetas.
            1.14.- Instalación de audiovisuales Las historias del museo de historias.
            1.15.- Encuestas de satisfacción.
            1.16.- Visitas guiadas teatralizadas. 
            1.17.- Talleres de amasado de pan.
            1.18.- Creación del blog http://museolasnavas.blogspot.com.es
            1.19.- Libro de visitas.
            1.20.- Visitas explicativas a los estudiantes en sus centros escolares, previas a su visita al C.I.A.R. realizadas por la autora de la exposición a los estudiantes en sus propios                        colegios.



GRUPOS
VISITANTES
FIN DE SEMANA
13
351
RESERVAS GRUPOS
14
356
TOTALES
27
707 

DISTRIBUCIÓN DE LA EXPOSICIÓN:
Zona 1.- Sala con útiles y herramientas agrícolas cerealísticas y panel didáctico con la historia de La Puebla de Alfindén.

 

                                      

Zona 2.- Sala con la proyección de tres audiovisuales:


- En la pared: el entorno de la fábrica de harinas Las Navas.
- En una pantalla grande: proyección de siete historias narradas por diferentes protagonistas de 7 minutos de duración cada una.
- En una pantalla pequeña: proyección de la transcripción del cuaderno de notas del último molinero de la fábrica de harinas Las Navas, de 29 minutos de duración.

Zona 3.- Sala con exposición de:
- Útiles de elaboración de pan.
- Instalación de pan y pastas.
- Panel didáctico con la historia desde el cereal a los mitos y leyendas del pan.

- Instalación de un olorama con aroma a pan recién hecho.

- Expositor con básculas de precisión y medidas procedentes de la fábrica de harinas, dinero de la época, un tratado harinero del S. XVIII, un cuenta hilos y otros.

Zona 4.- Pasillo 1:
- Escultura de madera titulada La horquilla del Cierzo y poema, a partir de una pieza de madera original procedente la fábrica de harinas.

- Exposición de Libros Si el pan alimenta el cuerpo, los libros alimentan el espíritu.
- Paneles didácticos: refranes sobre el pan y la historia de la fábrica de harinas.
- Exposición de poemas, cuentos y narraciones en torno a la harina, el pan, el panadero.
- Exposición fotográfica el antes y el ahora de la fábrica de harinas.

Zona 5.- Pasillo 2:
- Paneles didácticos con: el discurso de la exposición y los protagonistas de las historias.

- Área específica de historias del museo de historias, con cartas redactadas por descendientes de los empresarios y trabajadores de la fábrica de harinas, una narración ganadora del primero premio del concurso de narración Julia Donald inspirado en la exposición La harinera Las Navas: un museo de historias; espacio con fotografías de los fundadores de la saga de empresarios harineros de la fábrica, botes de conserva preparados para conservar las historias de los visitantes y un escritorio con "recado" para escribir historias.
- Exposición con las historias que los niños, estudiantes de los colegios de la zona, que ellos han elaborado y depositado.

Zona 5.- Entrada.

- Talleres de amasado de pan con los niños estudiantes de los colegios de la zona.
- Degustación de farinetas, el día de la inauguración.

Zona 6.- Patio de acceso al C.I.A.R.
- Acto de inauguración de la exposición.

- Performance Lo moliné, el día de la inauguración.




[1] La exposición La harinera Las Navas: un museo de historias, se muestra en el Espacio Alfranca, en horario de visita al público, los sábados, domingos y festivos de 12.00 a 14.30 y de 15,30 a 17 H. De lunes a viernes y los domingos se puede reservar visita guiada para grupos organizados, incluso talleres infantiles previa inscripción en el teléfono 976.10.58.40. La duración de la muestra es desde el 1 de octubre hasta el 15 de diciembre de 2017.
[2] En adelante se nombrará como C.I.A.R.
[3] También dependiente del Departamento de Operaciones de la Sociedad Aragonesa de Gestión Agroambiental, S.L.U. (SARGA).
[4] De la Osa Tomás, J. y otros. 2011. Los museos y centros de interpretación de medio ambiente en Aragón: entre el impulso institucional, la inspiración crítica y la supervivencia. HERMUS.  HERITAGE & MUSEOGRAPHY Volumen III, número 3, septiembre-octubre 2011. pp. 79: "El medio ambiente es el conjunto de componentes físicos, químicos, biológicos, paisajísticos, sociales y culturales capaces de causar efectos directos o indirectos… sobre los seres vivos y las actividades humanas… Es el conjunto de valores naturales, sociales y culturales existente en un lugar y momento determinado que influyen en la vida del ser humano y en las generaciones venideras. No se trata solo del espacio o del entorno en el que se desarrolla la vida sino que también abarca seres vivos, objetos, agua, suelo y aire, las relaciones entre ellos y elementos intangibles como las relaciones sociales y la cultura… pasando por los paisajes agrarios, profundamente transformados, hasta los paisajes urbanos, también plenamente humanizados."
[5] Y actualmente es patrimonio del Gobierno de Aragón.

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"La harinera Las Navas: un museo de historias" inspiradora de otras historias: "El relato acontece en torno a la harinera Las Navas y me parece estupendo colaborar entre todos con nuestras ideas y aportaciones, para hacer los proyectos más especiales si cabe, uniendo piezas", manifiesta su autora Vanesa Nalváez Yus, autora del relato ganador del primer premio de narrativa Julia Donald, en su edición 2017, promovido por la Fundación Carmelo Lisón, a la que felicito nuevamente desde este entorno.

ENTRE FARINA Y REZETAS 
(ENTRE HARINA Y RECETAS) 

     Nadie le había enseñado a cocinar, sin embargo era conocida por todos los habitantes del territorio gracias a sus deliciosos postres. 
     Vivía por y para sus recetas. 
     Era una moza de cabello castaño, recogido bajo una pañoleta blanca. Sus mejillas rosadas, grandes ojos verdes y su blanca tez; dulcificaban su retrato. Una belleza pura y limpia que le atribuía honroso parecido a su abuela materna; a la que no sólo debía unos rasgos delicados, sino también el origen de su pasión y dedicación. LA COCINA. 
     Su abuela Adela redactó una libreta compuesta de veinte exquisitas recetas con platos típicos de la tierra. Como era habitual por aquella época, Adela no sabía leer ni escribir, por ello le ayudó con la escritura de las recetas una prima suya que era religiosa y muy culta. 
Pilarín estimaba mucho su libreta, pues era el único recuerdo de su abuelita Adela, quien falleció poco antes de que ella cumpliera dos años de edad. 
     Siendo tan sólo una niña, todo cuanto cocinaba resultaba delicioso. Destacando sobre todo sus celestiales postres. 
     Su vida se narraba con dulces. Si había algo que celebrar, se celebraba con una ornamentada tarta. Si ocurría algún desagradable suceso, sus bollitos suavizaban la amargura del momento. Si venía una visita, Pilarín preparaba un esponjoso bizcocho casero para recibirla. 
     Pilarín contaba con una fortuna para su principal ocupación; y es que su casa se encontraba en el mismo camino del molino, a escasos cien metros de la harinera; de dónde obtenía una fina y sedosa harina para su repostería. 
     La harinera de las Navas trabajaba cada día del año. Era punto de referencia de Pilarín, y de todos los doscientos treinta y cinco vecinos que habitaban por aquel entonces tan apacible lugar. 
     La Puebla de Alfindén era zona de agricultura. Transcurría sosegada y amena cada jornada en sus campos y caminos. 
Pilarín vivía con sus padres y sus cuatro hermanos. Era una familia humilde y muy trabajadora. Su padre junto a sus hermanos se ocupaban del campo y la cosecha. Su madre se dedicaba a cuidar del hogar. Cada mañana salía junto a Pilarín a por la leña para el horno. Eran las panaderas del término desde hacía poco más de un año. Ahora por fin habían decidido dar un paso más y vender repostería además del pan. 
     Ya entraba Diciembre. Pilarín y su madre Carmina, tenían mucho trabajo que hacer; pues sabían que esas navidades de 1.571 iban a tener muchos encargos de dulces navideños. 
     Comenzaba el año 1.572 con gran alegría en casa de la familia Baylo. El año agrícola había sido fructífero y el negocio de la repostería iba mejor de lo que podrían haber imaginado. Atendían encargos para celebraciones importantes de El LugaricoMovera, Villamayor y incluso eventos en Zaragoza. 
****************************** 
     A mediados del siglo XVI era habitual que cada Domingo los carros y mulas de los trajineros hallasen en La Puebla de Alfindén un paraje donde pasar la noche en su largo camino hacia Barcelona.  
     Manuel era un joven trajinero que llevaba junto a sus hermanos cada mes, un gran cargamento de lana de Soria a Barcelona. Su lana era especial. Manuel tenía el sueño de convertir aquella materia prima en trajes e indumentaria, que cada viaje recreaba en su mente. 
     Una noche de Domingo de aquel verano de 1.572, en su habitual parada para dormir en La Puebla, Manuel tomaba unos vinos junto a sus hermanos y algunos conocidos lugareños. Esa noche la vida de Manuel tornaría hacia un nuevo camino tras aquella conversación. 
     Los lugareños comentaban que el próximo 22 de Noviembre iba a tener lugar en La Puebla el enlace de Isabel de Estadilla, de esclarecido linaje y Fernando de Arilla, caballero hidalgo originario del Serrablo. 
     Iba a ser un importante acontecimiento con una celebración de gran embergadura. Para la ocasión se buscaba un sastre que diseñara los trajes de los novios y de los más allegados parientes. 
     Manuel no lo pensó dos veces. A la mañana siguiente partían sus hermanos hacia Barcelona y él quedaba en La Puebla con un único y claro objetivo; convertirse en el sastre idóneo de Fernando e Isabel. 
     Lápiz y papel en mano, Manuel dibujó unos trajes que cautivaron de inmediato a los prometidos. En el mismo instante en que recibieron de mano del mensajero unas creaciones de tan exclusivo diseño, así como los detalles de su lana; quedaron convencidos de haber encontrado el sastre para la ocasión. 
     Una nueva etapa se abría ante Manuel. Durante los siguientes meses se fue integrando en la zona. Arreglando prendas, limpiando zapatos y trabajando en el campo pasaba los días. Poco a poco iba dando forma a los trajes del enlace. No quedaba para él resquicio posible al aburrimiento. 
****************************** 
     Se acercaba la fecha del enlace. En casa Baylo el horno no cesaba. Carmina  y Pilarín tenían un encargo de más de doscientos panecillos y una gran tarta nupcial que se servirían el día de la boda.  
     A final de año iban a reunir los suficientes dineros jaqueses (moneda de la época en La Puebla de Alfindén) por sus trabajos; como para comprar la herramienta que la familia necesitaba en el campo, una vez cumplidos los pagos de la harina y del arrendamiento de la casa al propietario de la harinera de Las Navas. 
     Además de los eventos, Pilarín y Carmina atendían a los vecinos que cada día acudían a por el pan. La mayoría eran mujeres del término. Mejor dicho, eran todas mujeres salvo el señor Jacobo. Un señor que cada mañana se acercaba  a por el pan; y cada lunes compraba un dulce para su señora Juana. 
     Juana hacía unos meses había perdido a su bebé en el mismo momento del alumbramiento. Desde aquel fatídico día, la señora no quería ver la luz del sol. Únicamente salía a la iglesia a rezarle a Dios y pedirle que cuidara de su bebé allá en el cielo. 
     Por eso, su marido Jacobo, se encargaba de de todos los recados y cada semana llevaba un dulce a Juana, buscando una única sonrisa que nunca llegaba. 
     Más lejos de agradecerle sus cuidados, la pobre Juana llegó a perder el juicio. Tramó en su mente un terrorífico plan. Tenía un sentimiento de culpa por la pérdida del bebé. Imaginaba que Jacobo buscaría a otra mujer que pudiera proporcionarle descendencia y enloqueció de celos, pensando que Jacobo se había enamorado de Pilarín y por ello acudía a diario a comprarle el pan y un postre los lunes. 
     Juana se llenó de rabia. Ese primer lunes de Diciembre de 1.572 puso veneno en el dulce que Jacobo traía. Con este escalofriante suceso acabó con la vida de Jacobo al mismo tiempo que volaba como la pólvora la noticia de que las panaderas habían envenenado al buen señor. 
     Cundió el pánico. Tan sólo unos pocos vecinos seguían confiando en el horno de la casa Baylo, tomando el envenenamiento como algo ajeno a ellas. 
     Juana ataviada de luto llevó los trajes de su difunto esposo a la parroquia con el fin de destinarlos a la beneficencia. Manuel, el sastre de La Puebla, se encargaría de remendarlos y darles un repaso para poder ponerlos de nuevo en uso. Serían repartidos a gente necesitada durante las fechas navideñas. 
     Entre la ropa de Jacobo se había colado un mandil de Juana. En el momento que Manuel fue a separarlo del resto de prendas y llevarlo al párroco; de su bolsillo cayó un pequeño frasco vacío. No contenía nada. Manuel lo recogió del suelo. Observó la etiqueta con detenimiento.  
     Entonces descubrió que el contenido de aquel frasco era lo que había envenenado y acabado con la vida del buen Jacobo. De esta manera, acabó la calumnia del envenenamiento de las panaderas. Toda la verdad salió a la luz. 
     Aquellas que presagiaban ser unas tristes Navidades en casa Baylo, fueron sin embargo el relanzamiento de la panadería. El horno volvería a dorar panecillos y hogazas. La harina y las recetas inundarían la cocina de Carmina y Pilarín de nuevo. Moldearían pastas, tortas, bizcochos, rosquillas. Postres que llegarían a la mesa de cada una de las familias de La Puebla de Alfindén para celebrar aquella Nochebuena. 
     Pilarín caminó cabizbaja hasta la harinera. Los trabajadores de Las Navas ya conocían toda la verdad de lo ocurrido. Pusieron al corriente a Pilarín, quien con lágrimas de alegría en los ojos corrió a buscar a su madre que venía de camino con la leña. Madre e hija se abrazaron. Juntas lloraron de alegría. 
     A la hora de comer prepararon un rico asado y una tarta de uvas. Había que celebrar que se hubiera hecho justicia. Ya quedaba limpia la honra de los Baylo. En la mesa todos estaban de acuerdo en agradecer a Manuel por aclarar semejante embrollo. Gracias al joven sastre, quien no dudó en difundir la verdad haciendo lo correcto, brindaban ese día. 
“La primavera la sangre altera” 
     Pilarín no había topado con el joven sastre. Pese a ser poco más de doscientos vecinos en La Puebla. Pese a la gran actividad del sastre por la zona desde que llegó en verano para quedarse. Sus caminos no se habían cruzado hasta entonces. Habían oído hablar uno del otro, y el azar los unía en una misma historia, pero no habían visto el rostro del otro. 
La joven preparó una bolsita con doce grandes y sabrosas magdalenas, recubiertas por una brillante capa de chocolate con leche. Las llevó hasta casa del párroco y le dejo el recado de entregarlas a Manuel, además de transmitirle su invitación para comer con la familia Baylo el siguiente domingo. 
     Ese domingo además de un delicioso rancho y una amena conversación; Manuel y la familia Baylo compartieron anécdotas, risas y opiniones. Dentro de una sobremesa tan agradable, Manuel y Pilarín cruzaron en algunas ocasiones sus miradas; y un brillo especial afloraba en sus ojos.  
     Ambos eran jóvenes, apuestos y de buen corazón. Después de ese domingo Manuel siempre encontraba un motivo para regresar a ver a Pilarín. Pasaba a buscar el pan para él y algunas vecinas cuando no podían; la acompañaba al molino a por la harina, otros días a por leña, otros simplemente pasaba por allí. 
     Casi sin darse cuenta, llegó el momento en que se encontraban tan a gusto el uno con el otro, que no podían pasar ni un solo día sin verse y saber que tal estaban.  
     Tres meses más tarde, al acabar la primavera, Pilarín y Manuel daban un paseo por las afueras de La Puebla de Alfindén, lejos de miradas curiosas; cuando él la sorprendió acariciando su mano. La miro fijamente y se dieron un casto beso. Era el principio de una verdadera relación, que les uniría para siempre. 
     Y así es como Pilarín escribió la receta de su vida. Una vida entre harina y recetas, que casi truncó un bocado mortal, pero concluyó con un dulce final. Un final para dos tejido por Manuel en La Puebla de Alfindén."

CARTAS para ser exhibidas en la exposición de La harinera Las Navas: un museo de historias


(1) Carta de José Sardaña :

"Las ruinas del edificio situadas en el término de las Navas de la Puebla de Alfindén pertenecieron un día a la fábrica de harinas de mi abuelo. Ese lugar es un sitio muy especial, y no sólo para quienes pudimos verla funcionar, sino también para historiadores, sociólogos y antropólogos. Representa un punto de unión importante entre la microhistoria reciente de las gentes de un pueblo aragonés, con los eventos ocurridos en el país a lo largo del s. XX. Sin embargo, como a veces ocurre con los lugares rebosantes de recuerdos, ha permanecido en silencio durante todo este tiempo. 

A principios del siglo pasado, un molinero procedente de la zona de Belchite se estableció en la Puebla de Alfindén para continuar con su oficio. Sus cinco hijos: Isidoro, Cayetana, Manuel, Santiago y José pronto establecerían lazos con las familias locales. De entre ellos, los tres últimos nombrados continuaron con el negocio de la harina, pero sólo Santiago y José apostarían por convertir los molinos artesanos en fábricas. La idea no era casual, sino fruto de la circunstancia histórica pues, en aquellos años, muchos periódicos se habían jactado de que España había sido el ‘granero de Europa’ durante la Primera Guerra Mundial. El negocio de la harina sonaba muy prometedor. Con esto en mente, José inició conversaciones con una familia de Zaragoza, propietaria de las tierras del antiguo molino de la Puebla de Alfindén, para transformar este último en algo mucho mayor. Supongo que la muela de trigo inicial alrededor de la que solía yo jugar estará todavía allí. El emplazamiento era óptimo, a escasos kilómetros del nudo de comunicaciones que es la capital aragonesa y a los pies de la carretera nacional que lleva a Cataluña. Almacenes, tolva, molino de agua, dos viviendas y maquinaria de madera de cerezo fabricada en Suiza compondrían sus elementos fundamentales. Muchas familias de la Puebla participaron en su construcción y más tarde en su funcionamiento. Santiago, por su parte, construyó la suya en el Camino de las Torres de Zaragoza, siendo el fundador de las ‘Harinas Polo’, actualmente ubicada en Villanueva de Gállego. Estas dos fábricas mantendrían siempre una muy estrecha relación. Es interesante señalar, para evitar confusiones, que estos dos hermanos se casaron con las hijas del guarda mayor que vigilaba la finca de la Alfranca y, por lo tanto, los hijos que heredarían las fábricas tendrían los mismos apellidos y similares nombres: José y José Luis Polo Valién, respectivamente. Mi abuelo José Luis, así como sus hermanas y sus hijas, nacerían en la fábrica, y en sus partidas de nacimiento aparecería la peculiar anotación: “de extramuros”. 

Los inicios fueron lucrativos. Considero que las razones de tal bonanza se podrían asociar fácilmente con las dramáticas circunstancias que iban a sucederse en aquellos momentos. Es muy probable que la Guerra Civil, la carestía de los años 40’s y la época de aislamiento y autarquía subsiguientes hicieran de esta industria de bienes esenciales algo rentable y ciertamente beneficioso para la economía local. La fábrica de Alfindén, denominada ‘de las Navas’, continuó su andadura en el tiempo, sin perder su esencia rural y familiar. Estas características están relacionadas con los que yo diría fueron los dos motivos de su lento declive. Por un lado, la imposibilidad de adquirir la propiedad sobre la cual estaba edificada. Esta circunstancia hacía muy difícil pensar en renovaciones profundas de las instalaciones, más aún si cabe cuando, bajo la mentalidad de la época, el propietario carecía de hijos varones que continuasen el negocio. No ocurrió igual en el caso de la de Villanueva, que sí contó con un sucesor y que realizaría un profundo proceso de modernización industrial. Por otro lado, la apertura comercial española durante los 60 y los 70 redujeron la presión alimentaria de la población, disminuyendo por tanto la rentabilidad de este tipo de empresas. Cuando el Franquismo acabó y comenzó la Transición española, las fronteras del país se abrieron al mundo y la competencia se multiplicó. Sólo aquellas harineras que estuviesen en condiciones de asumir grandes reformas estructurales iban a sobrevivir. 

Yo nací en aquel tiempo. La fábrica, de acuerdo con mi visión actual, era ya una pieza de museo donde se fabricaba una harina artesanal de excelente calidad y cuya gestión había sido absorbida por la de Villanueva, manteniéndose así hasta su cierre. Como lo hicieran antes dos generaciones de niños, mi hermano y yo aprendimos a andar allí, nos bañamos en la Urdana, nos revolcamos por las montañas de trigo, hicimos carreras de sacos y carretillos, y pudimos disfrutar de aquel universo en extinción. Nuestra familia siempre recordará con inmenso cariño ese lugar y a todos los que allí trabajaron. 

Esas ruinas que hoy se ven a la derecha según se entra por la carretera de Zaragoza fueron una parte fundamental de La Puebla de Alfindén, y vivos retazos de la historia de Aragón y del resto de España. Están ligadas a la tradición agrícola del Medio Aragón, a la evolución del transporte, a la revolución industrial y a la historia de muchas personas, hombres y mujeres, que hicieron de esta parte del mundo lo que es hoy. Sin embargo, allí permanecerán en silencio, hasta que no quede nadie de los que formaron parte de ellas. Establecer un museo en ese lugar y en estos momentos sería, en cualquier país responsable y civilizado, un asunto de ley, así como un proyecto ilusiona 

En 1958 la fábrica de harinas adopta el nombre del empresario: Harinera de José Polo Miranda. El aumento del peso de la molinería aragonesa en relación con la española se consolida con el Plan de Reestructuración del sector llevado a cabo entre los años 1973 y 1975, manteniéndose en los años posteriores." 


Carta de Carlos Casamián Guerrero:

La Fortaleza, y los Gigantes en el Edén

     "Con mi nacimiento en el año 1965 mis padres tomaron la decisión de desplazarse a vivir a la harinera las navas, este hecho, supondrá para mí una situación de privilegio para el resto de mi vida, pues no era una vivienda al uso como todos los vecinos con sus casas unas al lado de otras con sus calles, tiendas, panaderías, bares etc… sino que era un edificio situado en medio de la huerta a unos 700m. de La Puebla, tenía tres plantas de grandes dimensiones con sótano y en su tejado un palomar, en su lateral derecho una nave enorme, y adosada, dividida esta por paredes haciendo departamentos, en la planta de arriba un piso también muy grande al que se accedía por el lateral izquierdo a través de unas cuantas escaleras y que era nuestra vivienda, también tenía otro piso a mitad altura que tenía unos cuantos cuartos que usaban de almacén, y daba a la parte de atrás del edificio, en un almacén de la planta baja era donde salía la harina y todos sus derivados y la ponían en sacos, las otras dos plantas con sus suelos de madera, contenían maquinas que bailaban, otras que daban vueltas, y sobre todo poleas y tubos a modo de conducto para que fuera pasando los granos hasta la fabricación completa de la harina.  
     Como comprenderán en el piso que era la vivienda comíamos dormíamos etc…, pero mi casa era toda la fortaleza con cada uno de sus rincones y les puedo asegurar que no eran pocos.
En sus pies una enorme plaza con un gigante centenario en un lado dando sombra a una rueda de molino de la anterior harinera que a modo de mesa nos permitía grandes veladas con la familia, (tíos, primos, amigos, etc…)
     Esta fortaleza como todas las demás estaba rodeada por grandes construcciones excavadas en el suelo en forma de foso de dos o tres metros de profundidad por cuatro o más metros de anchura, y por supuesto llenos de agua haciéndola infranqueable en su perímetro.
     El acceso a esta plaza se hacía por el camino de las navas, y este seguía y comunicaba con el pueblo de Pastriz. Para entrar en la plaza si accedías desde la Puebla tenías que pasar un puente, y si el acceso era por la zona de Pastriz tenías que atravesar dos puentes, tanto en estos puentes, como en el otro, lo custodiaban grandes gigantes centenarios; olmos, chopos, plataneros, etc…, y finalmente la retaguardia del edificio flanqueado también por enormes gigantes.
     En el mes de febrero, la fortaleza era más vulnerable y los gigantes tenían que estar más atentos porque los fosos se secaban, y aprovechaban para limpiarlos y mantenerlos. Este era el mes que más se le oía el corazón a la fortaleza, porque sí,  aunque no se lo crean estaba viva, un enorme y potente motor a gas-oíl rugía y palpitaba durante todo este mes moviendo su maquinaria puesto que no la podía mover el agua al estar secos sus fosos.
     Esto respecto a la fortaleza pero el enclave era especialmente maravilloso como en el jardín del Edén estaba rodeada por huertos llenos de árboles frutales de todas las variedades, alberges, estos eran los primeros en madurar, cerezos, melocotoneros, manzanos, perales, olivos, y un largo etc… solo tenía que coger lo que me apeteciera….. También toda clase de verduras: acelgas, borrajas, judías, habas, cardos, calabazas, berenjenas, cebollas, pimientos, zanahorias, y un largo etc…. Y a todo esto no dejare las flores que en gran variedad lucían sus colores y aromas por todo el entorno.
     A un lado de la plaza concretamente en el izquierdo,  estaban los locales y corrales de los animales: cerdos, gallinas, ocas, conejos, patos etc… encima de estos locales otro palomar con cientos de palomas al que yo mismo accedía y me nutría de pichones, y por supuesto un perro, en este caso perra,  se llamaba chula y vivió con nosotros 19 años, ésta era la que avisaba a los gigantes antes que nadie de la aparición de alguna persona que se acercara a la fortaleza, un día de repente desapareció y fue a morir lejos de nosotros.
     El comienzo de la primavera hacia que todo empezara a florecer, los cientos de pájaros de todas las especies se arremolinaban en los brazos de los gigantes que estaban por todos los lados y entonaban sus cantos, ranas, culebras, ratas, zorros, tortugas, luciérnagas, grillos y no sé cuántos animales más despertaban en el Edén.
     Frente a estos locales de los animales y al lado del foso custodiado por enormes gigantes tiraban el desperdicio de la fabricación, vamos,  el desecho, cientos y cientos de pájaros que estaban posados en los gigantes bajaban a comer este desecho formando un manto negro, recuerdo de más mayor apuntar con la escopeta de cartuchos desde los locales de los animales y cazar 60 o 70 gorriones de un par de tiros, y hacíamos una merienda con los amigos, los desplumábamos y limpiábamos, y con guindilla fritos,  estaban buenísimos.
     Anécdotas tengo muchas,  contare algunas:
     En la fortaleza vi nacer a mis hermanos, y vi morir a mi abuelo.
     La vista desde la fortaleza era La Puebla al fondo con su torre queriendo tocar el cielo, por un lado más hacia la izquierda las graveras del término de Santa Engracia y al fondo, el monte, más cerca los campos y hortalizas.
     Un día recuerdo que la fortaleza tembló y notamos su movimiento.  Un día de verano, estábamos toda la familia Casamián abajo en la plaza preparando una comida dominguera, mi padre y su hermano apostaron una carrera a Pastriz y volver, no recuerdo quien gano pero recuerdo la felicidad de todos, primos, tíos y tías.
     Las visitas eran en el verano frecuentes tíos y primos de las dos partes, amigos de mis padres con sus hijos, mis amigos, y cantidad de gente que se bañaban en uno de sus fosos, y otras gentes que traían el trigo y otras que se llevaban sacos de harina.
     No puedo olvidar a mis vecinos,  los únicos vecinos que teníamos y que eran como otros padres, tampoco a los trabajadores que no nombraré por si me dejo alguno,  pero que recuerdo con gran cariño porque siempre estaba con ellos jugando por el edificio y me trataban muy bien.
     En otra ocasión en invierno llego la hora de matar el cerdo, este se le soltó al matarife del gancho y empezó a correr hacia Pastriz y toda la familia detrás hasta su caza.
     Allí celebre mi comunión tenía ocho años, toda la familia otra vez, me regalaron una escopeta de perdigones pero no nos dejaron los perdigones por motivos obvios, metíamos piedrecitas y en un momento dado le dije a un primo mío o te quitas o disparo, como no se quitó pues dispare una rozadura en el costado, pero lo mejor de esta historia es que ya de mayores y también en este entorno cambiaron las tornas la escopeta la tenía mi primo, puse el dedo en el caño a modo de guasa recordando aquella historia de pequeños me dijo o quitas el dedo o disparo por supuesto que no aparte el dedo la venganza fue terrible el dedo negro durante unos cuantos días.
     Esta vez invierno porque recuerdo que vinieron mis amigos a jugar y estaban secos los fosos, correteábamos por ellos y de repente resbale y caí a uno de talones, no podía hacer pie y me tuvieron que venir a sacar.
     Esta vez también en invierno concretamente un domingo mi madre temprano vino a mi habitación gritando fuego, fuego me levante pitando y sin pensar en nada más me quite la parte alta del pijama y salí pitando en cueros, hacía mucho frio,  con la bicicleta fui  a casa de mi tío Mariano en la Puebla, cuando llegue me dieron un jersey de mi prima y mi tío con la moto y yo con la bici regresamos a ver la quema, el piso daba a la fábrica con una puerta corredera de hierro, la abrimos y todo era humo no se podía ver nada, abrimos ventanas y al rato aparece mi padre ¿pero que pasa?¿qué haces tú aquí?¿y tu como estas en pijama? ¡Que se está quemando la fábrica! Pero que dices si es que estoy fumigando…………….
     Bueno son muchas las vivencias y no les aburriré, lo que si les diré que fui tremendamente feliz en este espacio que me crie y habite hasta los 21 años.
     La salida de la fortaleza fue muy trágica en una semana teníamos que dejar el piso, no entrare en detalles.
     Pasaban los años y yo desde la puebla oía los lamentos y lloros de la fortaleza, estaban en mi cabeza como si no pudiera apartarlos de mí, en un intento de salvación de la fortaleza un grupo de vecinos pusimos en conocimiento de las autoridades el valor de este sitio tan maravilloso;  se podían dedicar sus salas a espacios de cultura , de exposiciones perpetuas como de fotografía, étnicas con todos los aperos y formas de vida de todo un pueblo, otras exposiciones itinerantes, se podría organizar conciertos, o cualquier tipo de acto cultural etc… se podría enseñar en concierto con colegios de Zaragoza o de donde fuera cómo funcionaba aquel entresijo de máquinas con poleas y tubos todo de madera para hacer harina de la mejor calidad y conectar la visita de algún modo con el palacio de la Alfranca, creíamos que valía la pena mostrar el patrimonio industrial pues fue junto con la yesería las primeras industrias del pueblo.
     No nos escuchó nadie, empezaba a ser tarde, ya no la oía llorar ya no se lamentaba, empezaron a desvalijar sus tripas hasta que no quedo nada, luego su pelo, ni una teja, finalmente el corazón, aquel viejo motor que en el mes de febrero rugía y latía a toda velocidad, sus gigantes morían, el Edén se convertía en desierto.
     El pasado mes de julio de este año 2017 yo volvía por primera vez 32 años desde que Salí de aquel lugar, la ira se apodero de mí, el desgarro fue brutal no podía parar de llorar, en que se había convertido el Eden, descansa en paz, Ya he pasado mi duelo.


       La Puebla de Alfinden 20/09/2017                              CARLOS CASAMIAN GUERRERO"     



Carta de Asunción Casamián Guerrero:

HARINERA LAS NAVAS

     "Cuando evoco un lugar relacionado con mi niñez, siempre…., siempre aparece la imagen majestuosa de la FÁBRICA DE HARINAS y esa imagen evoca en MI, multitud de vivencias y sentimientos felices, vinculados a esa infancia y adolescencia.
     Os voy a contar a grandes rasgos algunos de esos íntimos recuerdos.
Carlos era recién nacido, yo tenía 6 años cuando con mi familia, fuimos a vivir a “LA FÁBRICA”. Allí nacieron el resto de mis hermanos.
     Era un paraje hermoso, allí aprendí a disfrutar de la NATURALEZA y el campo. Recuerdo el viejo y gran platanero que lucía elegante dando cobijo a una “Piedra de Molino” colocada en alto y que nos hacía de mesa. Allí bajábamos a tomar la fresca con las hamacas, a merendar, a veces a comer con familiares…..
     Recuerdo el sonido del agua de la Acequia que atravesaba por debajo de las instalaciones.
     Subíamos por la escalera lateral para acceder a la casa, situada en el 2º piso, era un pasillo largo, con las habitaciones a los lados, los techos altos y las puertas también altas, tan grandes que casi tocaban el techo.
     Y la Galería??..... La Galería con el suelo de cuadros blancos y negros que daba acceso al wc, estaba totalmente acristalada, no tenía pared de cemento, la pared eran todo cristales de arriba abajo, la acequia por debajo y enfrente los árboles, el trino de los pájaros en sus ramas ….. ¡¡ cuantas tardes de verano hemos pasado jugando en esa galería mientras los mayores dormían la siesta¡¡
     Recuerdo cuando mi madre me mandaba bajar con un saquito de tela blanca al almacén de la harina para que me lo llenasen y….. uffff, aquí sí que me inunda el recuerdo, tengo grabado a fuego el olor a la harina recién molida.
     Desde el piso, por la “puerta corredera de metal”, mi padre pasaba a trabajar a la fábrica y nosotros también recorríamos aquél lugar de correas, tolvas, cadenas y mecanismos….. era toda, toda de madera… aunque a ¡¡mi padre no le gustaba que fuésemos por allí cuando estaba en marcha, si acaso, para darle algún recado¡¡.
     Y recuerdo el lavadero era grande, estaba entre los árboles. Mi madre en los primeros tiempos lavaba la ropa en una lavadora redonda y allí bajaba a aclararla y a tender, Yo aprendí allí a nadar.
     Y la zona de baño…. en aquellos años, hace 52, ya teníamos piscina. Nos bañábamos en ”La Urdana” en una zona habilitada con un puente, una explanada de hierba y un trozo del suelo de cemento. Nos tirábamos al agua desde ese puente. Había hasta una escalera de obra para entrar
     ¡¡ Claro nos aprovechábamos de los servicios de los dueños.¡¡
     Mi padre iba y venía a buscar a los niños a la escuela y mi madre siempre estaba pendiente de nosotros, que corríamos por aquella plaza como si fuese un Cuartel General. Jugábamos en el almacén del trigo, a tirar la zapatilla y a escalar por las montañas de sacos, a ver quién la encontraba antes¡¡
     El trigo…. El trigo en los zapatos, colocados alineados en las ventanas la noche de Reyes.
     En el Pueblo@ se iban instalando los primeros teléfonos que dependían de una central telefónica, a la que había que llamar para que te conectaran la comunicación. La Harinera tenía el Nº 1, fue por tanto el primer teléfono instalado en La Puebla. El Nº 2 pertenecía al Ayuntamiento.
     Allí comenzaron las primeras negociaciones adolescentes con la autoridad. Cuando había “baile” en el pueblo, el trato era hasta el descanso y me venían a buscar, yo siempre decía “un poco más, un poco más” y mi padre a veces cedía y a veces NO. Años más tarde, cuando ya era más MOZICA, ya me quedaba hasta el final (las 3 de la madrugada, más o menos) y mis amigos “los chicos”, siempre me acompañaban hasta la mitad del camino, ellos retornaban y yo seguía…. Ahora pienso que allí perdí el miedo a la oscuridad y a la noche, lo que luego me ha servido muchísimo en mi vida profesional. Allí me hice VALIENTE.
     Recuerdo a mis vecinos de “La Casilla” con los que teníamos una gran relación, allí vivía Luis, que era el guardia del agua y su familia.
En la Harinera murió mi abuelo Faustino y se alojó la familia de mi marido el día antes de mi boda. En ese día tan especial para mí, recibí un regalo excepcional, un óleo de la Harinera, obra de mi amigo Joaquin Callén, que siempre ha presidido mi casa y preserva mi memoria.
     El cierre fue traumático.
     Yo allí descubrí la Libertad, el Amor, la Naturaleza, el Trabajo Artesanal, la Vida en Familia…….
¡¡ NUNCA HE VUELTO….. ¡¡ Algún día tendré que volver¡¡ significa mucho en mi entramado EMOCIONAL.
     Desde lejos siempre observo a la “Vieja Dama”, a la hermosa pero hoy desmantelada Fábrica de Harinas LAS NAVAS.
(*) Este recuerdo se lo dedico a MIS PADRES Y HERMANOS.
Asun CASAMIÁN GUERRERO. LA PUEBLA DE ALFINDÉN. 14/09/2017"